Anoche tuve un sueño, anoche me he enamorado de algo que no fue real, pero desperté con una felicidad innata en mí, aquella que hace sonrojar nuestras mejillas y nos hace sonreír hasta cansarnos, que nos hace despertar con mucho ánimo, con ganas de continuar con nuestro día; pero no fue sino hasta después de levantarme de la cama que mis labios comenzaron a relajarse y continuar viviendo su vida diaria que me pregunté: ¿Por qué debía sentirme felíz de soñar con el amor?
No fue sino un sueño insignificante que me trajo la respuesta a mis labios, y era “NO LO SÉ”. Quizás sea una necesidad imperiosa de cada ser humano de amar y ser amado, pero aquello me hizo sentir algo especial que jamás había sentido, una sensación de calidez interna, de agasajo infinito, de confusión y entendimiento al mismo tiempo, lo que aquél insignificante sueño me hizo sentir, es inexplicablemente sórdido.
Creí conocerme, creí saber lo que quería y lo que esperaba de la vida, pero estoy desconcertado, y es increíble que esto lo haya causado un insignificante sueño. Aún más, queda en mi mente cada detalle de aquél sueño, y lo peor es que cada vez que lo recuerdo, vuelvo a sonreír y ser feliz.
Quizás me esté volviendo loco, quizás mi inconsciente me está jugando una mala pasada, o el inconsciente colectivo me ha impregnado interminablemente de insignificancias.