martes, 20 de diciembre de 2016

Reflexión de un día de lluvia

Observando la lluvia caer, analizo pacientemente este último año, estas últimas decisiones, estos últimos errores.

Errar nos enseña a discernir y entender la vida. Errar nos permite conocer lo malo y lo bueno. Errar me ha salvado de la pena absoluta. Pero cuanto realmente he errado?

Desde principios de año me propuse no volver a tener miedo, y creo que no he tenido miedo. Siempre soy precavido e intento entender los sucesos como son. Conocí grandes hombres y grandes mujeres. A su vez, conocí a los seres más erráticos del planeta, pero errar es como nosotros aprendemos, por ende: son realmente malos?

He sufrido en poco tiempo lo que no me he permitido sufrir en años. He pasado las alegrías más grandes´como las penas mas intensas, la tranquilidad absoluta, inclusive la seguridad de haber encontrado al correcto. Pero como en la vida, yo estaba equivocado.

Sentí mi pecho arder en infinitas ocasiones. Sentí mis ojos deshacerse en llantos de penas y alegrías. Sentí mi mente alejarse de mi por horas después del acertijo de vida que había creado. Pero creo que nunca antes me había sentid tan persona, tan seguro de continuar viviendo al máximo de mis posibilidades.

Este año bailé la pena de perder seres tan grandes en su inmensidad que el corazón se me partió mas de una vez, pero aún así jamás lloré (al menos no en público). Este año conocí a aquellos que me liberaron de esa prisión en que vivía, en que todos debían ser complacidos y no jamás lo hubiese pensado como respuesta antes de ellos. Este año conocí las decepciones más grandes cuando alguien por fin logró derribar aquellos prejuicios que había construido en mi respecto a las relaciones amorosas, y me decepcionó de la manera más espantosa que alguien podría haberlo hecho, pero aún así aprendí y no tengo miedo de volver a decepcionarme (de otro por supuesto). Este año aprendí que el amor, no es sólo uno; que el cuerpo y el alma no están divididos, que somos uno; que la sociedad y yo no somos entes apartes, somos uno; que la danza me llena todos los rincones y cada momento del día; que la pena es un sentimiento hermoso que me permite crear y recorrer lugares antes ciegos a mi visión; que la vida es una, y que necesito seguir errando para continuar aprendiendo.

Voy a continuar equivocándome aún más, voy a cometer grandes errores, voy a llenarme de penas y rabias, voy continuar viviendo sin preguntarme el siguiente día: estaba bien lo que hice?

Continúo aprendiendo.

Reflexión de un día de lluvia.

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