jueves, 11 de diciembre de 2014

Enseñanzas

Aprendí a vivir en tus silencios, entre tus mensajes inequívocos.
Aprendí a existir en tu inexistencia absoluta, tu falta de decoro, tus razones obvias, tus palabras vacías y al viento.
Aprendí que un beso tuyo, simplemente es un regalo que nadie atesora más que yo.
Aprendí a prescindir de tu voz, de tus manos que cubrían esos pedazos de alma que caían a veces mientras el trago dejaba fluir apenas hacía efecto.
Comprendí entonces que tu falta de apego no es conmigo, es con el mundo. Que tu interés primordial jamás seré yo, siempre serás tu.
Yo aprendí, sufrí, morí y volví a vivir.
Sufrí un proceso de transformación que me dejó en donde estoy ahora, en la cima.
Contigo aprendí mucho más sobre el mundo de lo que jamás aprenderé con los que participantes de él.
Aprendí a caminar a las seis de la mañana de la mano de alguien más, sin importar miradas, sin importar el mundo, sin importar ni el frío, ni la lluvia, ni el viento, porque nada de eso existía.
Aprendí a esperar una llamada telefónica que jamás llegaría, y a alegrarse cuando sonaba mi teléfono.
Aprendí que los ojos son lo más bello de una persona, pues es en ellos donde vemos la verdad del ser, en donde puedo descubrir inmediatamente lo que piensas, lo que piensan, lo que pienso.
Aprendí a tomar las oportunidades que se presentan en frente, y a valor a aquellos amigos que casi pierdo por tu culpa.
Aprendí que te quiero, pero que me quiero aún más a mi. Aprendí que te quiero, pero que quiero aún más a mis amigos. Aprendí que te quiero, pero que a mi familia la amo.
Aprendí contigo que el tiempo es primordial, y por ende no puede ser tomado por amores pasajeros sin el consentimiento del otro.
Aprendí a hacer sufrir, a no esperar nada de nadie, así nadie esperaría nada de mi.
Aprendí a estar en silencio, a esperar pacientemente.
Aprendí que las canciones de amor, no son de amor, y que las canciones que hablan de la soledad, no son tan duras como pensaba que serían.
Aprendí a desarmar el tiempo, a destrozar recuerdos, a enmendar errores, a pedir perdón a las personas que hice daño por tu culpa, a mirar la vida de otro modo, a amar lo que tengo, y lo que perdí.
Aprendí que perder no es algo malo, sino más bien un proceso que debe ser abierto una y otra vez.
Aprendí que sufrir por ti es en vano.
Aprendí a no esperar por ti nunca más.
Aprendí que siempre serás parte de mi vida, y yo siempre seré parte de la tuya, pero sin existir en la vida del otro.
Porque lo más bello que me enseñaste, es que la libertad de mi vida, está por sobre todas las cosas del mundo, y que nadie puede ni debe quitarla. Que un segundo cuenta como un día, un día como un año, y un año como una eternidad. Aprendí que aún puedo besar tus labios, pero que los sentimientos se quedaron en aquellas calles que recorrimos, y que la lluvia las borró para siempre.

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