Palabras que se estancan justamente en donde las lágrimas se acicalan, en donde se forma el alma, en donde duele el dolor y donde pena la pena. Mi cuerpo comienza a procesar lentamente el tiempo que se detiene ante ardientes resoplidos; es entonces que mis venas embrujadas comienzan a palpitar para continuar el engaño, pues es solo mi cuerpo el que se mueve, pero el libido invernal queda intacto.
Aquellas historias quedan impregnadas en mi cuerpo, pues fueron hechas a medida, a través del tiempo detenido por esos resoplidos.
Ya no queda nadie aquí, solo yo y un recuerdo vano, lejano en aquella montaña, en aquel jardín, en aquel lago, en aquella rosa, como un millón de palabras.
Camino con mi cuerpo entumecido que quiere despertar pues el camino es largo y los pasos demasiados, pero aquello no es más que una excusa para desaparecer.
Levanto la mirada y puedo observar el camino imponente, absorbente.
Antes sí, pero ya no. Solía amar sin compasión, pero en el camino queda lo que he hecho, cuantas cosas pedí por cambio, por el perdón, pero una vez que cambias no hay vuelta atrás.
Comprendes que dí todo por ti, durante una larga caminata en la que mis venas estallaron y glorificaron tu ser, pues solía amarte, pero ya no.
Dañaste lo que tuve y elegiste mi camino, un camino de dolor y sacrificio, fue demasiado lo que esperé y muy poco lo que obtuve, te sostuve cuando lo necesitabas, mientras era adicto al amor.
Te dijo que estaba confundido, y frustrado, pero decidiste que a pesar de mis negativas tomarías mi cuerpo y destruirías mi verdad de todas maneras.
No hubo quien me salvara, fue demasiado, aun más que las tonterías que hice mientras mi mala suerte duraba, un respeto mutuo.
Volé a través de la gente que no conocía, por que mi corazón estaba triste, tu me hiciste volar, tu lo intestaste, y no es bueno, siento esa pena en mi garganta pero las palabras están atascadas, pero recuperé mi alma, y esa luz aún estaba ahí.
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