lunes, 3 de abril de 2017

5, 6, 7, 8

Llevo dos días perdido en algunos lugares en mi propia casa. Llevo dos días encontrándome con algunos recuerdos que recuerdo haber ordenado entre mis libros.

Hoy, mientras me duchaba, me sumergí e un mundo olvidado. Llevo tanta pena en el cuerpo, llevo tantas lágrimas acumuladas, llevo tanta soledad  cuestas que se me hace difícil no hacerlo.

Me senté en el patio a mirar el cielo, que a pesar de iluminarme con el ostentoso sol, me hace sentir frío hasta en lo más profundo de los huesos.

Intento salir, intento olvidar, intento caminar más, pero sigo sintiendo pena. Llevo días sufriendo por algo que ni yo mismo sé como llamar.

Se me olvida el café en la mañana, se me olvida agradecerle a mi cama. se me caen los pasos y hasta los ojos. 

Me pierdo en el día y en la madrugada, me encuentro de noche en mis sueños y me siento a observar mis vacíos.

Me despierto rogando que el alba nunca llegue.

El espejo me devuelve cada mañana ese ser que siento soy por dentro: ojos cansados, lagrimosos, un luchador que se cansó de continuar. Prefiero dormir, prefiero soñar, pero las pesadillas me llenan e inundan los recuerdos.

Las canciones más alegres se han vuelto un grito que desgarra mis interiores sentimientos. Cada paso es un recuerdo con el que tropiezo en medio del día. Sufro de anhelo constante.

Analizo que he hecho mal, cuantos errores he cometido, cuantos más no debo cometer. Tengo miedo.

Llego cada tarde a casa. Me siento en el sillón. Siento esa gran soledad de la que soy parte. Y duermo en pena.

Lo que tuve ya no está. Ya no regresará. No debe regresar, porque me daño. Pero lo extraño.

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