domingo, 3 de junio de 2012

Permanentemente en el cielo


Una gota recorre lentamente el límite que me separa de la luna, que efervecentemente brilla y absorbe sin cuantificación la energía restante.
Por sobre el brillo todo se congela, el frío que rodea la calidez permanente desaparece, ahora sólo quedamos la luna y yo, aunque aún nos separa un límite, aun veo el agua difuminar lentamente mi visión, a simple vista brillas, pero con el paso del tiempo, te alejas.
Mi piel se eriza al contacto del viento, mis ojos se cierran por un momento, y vuelvo a sentir una briza que me envuelve, que me enfría, que me entumece.
Las hojas cándidas que esperan calor en el suelo permanecen impávidas, quietas y expectantes, mientras que la tierra absorbe lo que hay, lo que logra asimilar.
La luna permanece suspendida en el cielo, alumbra mis sueños y mis palabras y me pregunto por una sombra que rodea el lago, que ilumina el agua.
Y el cielo comienza a esparcir pedazos nuevamente, es hora de cerrar los ojos y comenzar a entender.


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