domingo, 7 de julio de 2013

Niño estúpido

Soy un imbécil de primera categoría, un desamor aprendido y perpetuado, una soledad que recuerdo, una lección que recuerdo, una eternidad que olvido. 
Todo comenzó un noche en que dos almas se suponían encontrar, dos almas se encuentran y se reúnen, que celebran; otros entes se unen a la fiesta, se encuentran y se despiertan en la oscuridad perversa, perdidos. La oscuridad trae alegría, y los brebajes algo más. No hay amor en el aire, no hay desamor en el olvido, sólo una alegría ajena, y sonrisas que no traen más que recuerdos vanos. 

Yo me quedo ahí, esperando la nada. Esperando lo que para mi significaría algo, pero era la nada. Y yo con mis sentimientos hipócritas, políglotas, endógenos, andrógenos. A esas alturas, aún creía que el mar es mar, y que la tierra es tierra, debí haberme quedado en casa durmiendo. Cuánto vacío en cada palabra, cuanto desacato a las reglas naturales de mi ser. El desprecio se vuelve crónico, cinco veces, siete veces, ocho miradas, nueve penas, una canción. Comprendo finalmente el mensaje oculto, aquél mensaje que entregamos plenamente en nuestro lenguaje corporal y de señales ocultas, olvidando que no somos políglotas, el lenguaje corporal oculto es un desafío para mi. 
Mi cara de a poco demostraba un miedo a ser descubierto en vulnerabilidad absoluta, no podía permitirlo, son seres que no merecen conocerme del todo. Una llamada catapulta mi salida de ese antro de oscuridad perdida en el universo de paz, escapo raudo y camino por calles vacías y llanas hacia un destino incierto y poco convencional.
El sol aún no salía, y yo caminada en melancolía absoluta, que patético. El frío penetra el cuerpo, mis pies continúan su camino infinito, sin retorno, sin rumbo, sin plan, sólo un sentimiento de nostalgia pura por el ser completo. Una lágrima diabólica y pequeña se asoma y quiere salir a concretar el pacto, yo no se lo permito, la debilidad no volvería a apoderarse de mi, jamás, sólo lo permití por un segundo, se acabó. 
Han pasado 2 horas, me encuentro con nuevos seres llenos de luz, la alegría vuelve a mi, la sonrisa una vez extrínseca, se vuelve intrínseca, les agradezco, son un templo de paz. 
La noche acaba y el sol me cubre, la hora de dormir ha llegado, comenzar un nuevo día con una nueva lección, debo eliminar ahora lo que aún queda.


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